Romper la estructura neurótica
Resumen de Sergi Ferré de la charla "La adicción como enfermedad metafísica", impartida por Josep Vila en marzo del 2014 en el Col.legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya. Al final del artículo se puede escuchar la intervención completa. En la adicción, el sufrimiento es tan potente que no nos permite pensar la lógica del fenómeno. He aquí una invitación.
Primera parte.
La vida es un ir muriendo, por lo tanto, la muerte es la apertura que posibilita la vida como la vivencia de cualquier posibilidad. El
"muriendo" significa vivir. Si no se puede dejar atrás, no se puede
vivir. Si uno quiere apartarse del "muriendo", cae en la
neurosis, representando en tu mente la obra de teatro del no poder dejar atrás. Pero si se puede vivir, justamente porque se va presentando, la vida lo va dejando atrás. La adicción es la manera en que se está presentando algo que de alguna manera ya pasó, pero que está viniendo continuamente.
La adicción como fenómeno cultural muestra una sociedad que en su conjunto suplica ser drogada. Ahí vemos a los adictos fascinados por una idea de absoluto, del amor como la fusión total, que no tiene parangón en la vida. El adicto está casado con un concepto de
pureza que no intercambia por ninguna otra
cosa porque es fascinante. Por eso, en la vida del adicto, las personas de su
entorno nunca son suficiente. Si fueran suficiente, eso querría decir
que el idilio que tiene con ese concepto de absoluto es mentira.
Encerrado en su
propia idea de absoluto, busca un subidón por el subidón, pues eso le permite seguir encerrado en sí mismo. La adicción tiene como objetivo la fabricación de la
presencia inmediata, de que ese absoluto tenga realidad positiva. Exteriormente, parece que el adicto sea muy emocional, pero todo es una escenificación. Incluso puede dejar de tomar drogas, pero en su vida se va a seguir celebrando
ese absoluto que es una cascara vacía. Tanto en la neurosis como en la adicción, se celebra nada, porque no hay
nada ahí. El adicto ofrece su vida para que el alma viva
esa verdad.
Es lo que más quiere. No
quiere curarse. Cuando sufre es un triunfo,
porque se celebró el absoluto en su vaciedad, ofreciéndose él mismo como
vaciedad, en su cero significado. Ese movimiento del
alma que aparece ante sí misma como un otro (el adicto), para regresar a sí misma
como lo que verdaderamente es (vaciedad). Es la celebración del absoluto a través del sufrimiento. Pero aquí no hay nada para el adicto. No quiere sufrir, pero no deja de sufrir. Sabe que es un absurdo, pero no
puede dejar de hacerlo. Esa es su dedicación, su obra, pues si esto no estuviera en su vida, no
habría vida.
Hay toda una manera de entender la adicción como la posibilidad de despertar espiritualmente, pero la
adicción no lleva a la trascendencia ni a nada, solo a la ruina. La adicción no puede traer la
presencia de lo sagrado fuera, porque ya no lo hay. Solo hay un más allá del aquí, o sea, interioridad. La adicción pensada a
fondo contiene una verdad del alma manifestada en un desprecio absoluto por cualquier cosa que sea terrenal. El adicto lo sabe todo pero no ha vivido nada, porque su vida es la negación de cualquier experiencia real. Lo que vale es algo que no está aquí, como ocurre con los movimientos de las cosas que dictan el valor de las cosas concretas.
El adicto niega su nacimiento, niega el estar fuera de, busca estar contenido en algo. Pero la búsqueda del estar contenido en algo, ya implica que uno está fuera de esa contención. Si uno esta dentro no busca estar dentro. Cuando uno busca
contención, ya es porque se está afuera, aun queriendo estar dentro. El
adicto vive colapsado por este proceso del alma, y en su sufrimiento da lugar a esa cascara vacía del absoluto que ya no está ahí.
La adicción es el fin de lo
sagrado expresado como neurosis. Es lo sagrado por lo sagrado, sin que haga
referencia a nada sagrado. Buscamos el estimulo por el estimulo, el
encuentro por el encuentro, el subidón por el subidón, sin que esto llegue a nada más ¿Hasta que punto hoy las personas somos meros
instrumentos los unos para los otros? Cuando alguien ya no nos sirve para
nuestros planes, lo dejamos de lado. Mientras el otro sea coherente
para lo que estás abierto, entra en tu vida. Pero cuando se presenta
como algo "fuera de...", hay que apartarlo.
No conocemos al
otro, porque no estamos disponibles para otra cosa que no sea la
apertura que tengamos. Nos convertimos en material de usar y
tirar. Eso sí, con mucha emocionalidad ("te quiero", "me
gustas mucho", ...). Pero el adicto, encerrado en sí
mismo, no está disponible para nada. No puede atender a la
otra persona como otra persona, sino vista como otra persona según sus
planes ¿Entra en mis planes? Está en mi vida ¿No entra en mis planes? No
está en mi vida. Cuando para que una persona esté en mi vida, eso exige que
yo deba cuestionar mis planes, que yo pueda dar un salto al vacío para plantarme delante de algo que en principio no
me va a dar ningún beneficio.
El nacimiento psicológico del hombre, el despertar de la conciencia como conciencia subjetiva, comporta ya el estar fuera de la naturaleza así como de la religión. En lo personal, cuando se vive de manera religiosa ya obsoleta, es imposible que
las personas nos podamos poner de acuerdo las unas con las otras.
Segunda parte.
Al asistir a un grupo de doce pasos, el adicto se dará cuenta que hay la
posibilidad de asistir, porque el estar abierto a esa posibilidad
solo es posible cuando uno la realiza. El
adicto necesita primero vivirse en el grupo porque no es posible que él
aparezca por su propia concepción. Pero cuando abandona cualquier control sobre su vida, en ese momento puede hacerla funcionar. Esto
no quiere decir que sea verdad, pero posibilita a la persona un hacer
"como sí..." Segun Hillman: "El alma necesita ficciones que curen".
La
persona de repente empieza a identificarse con un "hay algo especial en mí" (Poder Superior). Los demás entonces pasan a ser esa cosa mediocre,
terrenal, sin chispa, mientras que ella está por encima de todo, porque
ella, en la medida que fue tocado por la adicción, sí es espiritual. Entonces, cualquier
problema que se le presente es llevado ahí como la posibilidad de abrirse, amar y darse a los
demás. Eso comporta que nunca se podrá
despegar de esto, que siempre va a tener problemas aunque deje de
consumir, porque es en esos mismos problemas donde está su apertura. Esta manera de
enfrentar los problemas como defectos
propios, como aspectos a trabajarse, ya manifiesta la importancia de un Yo
que nunca va a desaparecer.
El adicto es
fundamentalmente egocéntrico en su estructura, sintácticamente, pero en la semántica se da a los demás. La
semántica quiere romper el ego para abrirse a otra cosa, pero ¿desde
dónde uno se trabaja el ego si no desde un ego más grande? ¿Desde
donde el espiritual se puede trabajar a sí mismo si no desde un ego más
grande que se cuenta a sí mismo que se está trabajando? Es una manera de no pensar, de mantenerse a salvo, separado, escindido, que es lo que
muestra la adicción. Con un espiritual así, no se puede discutir. "Eso es así para mí, y si no es así para
ti, es tú problema, ya llegarás". Ahí no hay nada de
espiritualidad, sino un intento, desde el estar fuera de la naturaleza, de
querer estar contenido. Pero ese tiempo ya pasó.
El
adicto, encapsulándose en ese despertar espiritual, puede dejar de consumir. Hace un cambio de plano de la misma
cosa: La substancia, que era la celebración del absoluto, pasa a ser
vivida como la celebración del absoluto ahora semánticamente manifestada en el
poder superior. Hace solo un cambio semántico que no implica
cambiar nada en la sintaxis. Su propia estructura de pensamiento, sigue siendo profundamente neurótica. Con lo cual es muy difícil salir de allí, porque salir de allí es morir.
Morir, morir para nacer, le permitiría darse cuenta que uno ya ha nacido, y que la adicción en su vida ha sido un problema gordísimo
que no le ha aportado absolutamente nada, solo sufrimiento
absurdo. Una vida significativa impide buscar significado. Si hay significado, no hay búsqueda de significado. Y si hay búsqueda de significado, es que no hay significado. Según Wolfgang Giegerich:
«Esta
visión hace necesarias para nosotros las siguientes preguntas. ¿Es
realmente tan terrible vivir sin un significado superior?¿De verdad
bosteza el vacío ante nosotros cuando carecemos de tal significado?
Después de todo Homero, Dante, Shakespeare, Goethe, Praxíteles, la
Catedral de Chartres, Leonardo da Vinci, Mozart, Platón, Tomas Aquino,
Hegel, etc., etc. aún permanecen -riquezas increíbles, inagotables. ¿No
son suficientes, y más que suficientes? ¿Y qué hay de la sonrisa de la
persona que me adelantó esta mañana por la calle; de los rayos de sol
cayendo a través de las hojas en el bosque; de los acontecimientos
felices cuando se produce un real encuentro de mentes, de la amistad de
un amigo, del amor de la pareja -son acaso todos ellos banales, vacíos,
“todo maya comparado con aquella cosa única que es que tu vida sea
significativa”, tal como Jung pretendió hacernos creer?» (2004)
El hecho de que no hay más allá se manifiesta a través de un
posible más allá, porque en agotar esa búsqueda se pone de manifiesto que no hay un más allá. Entonces, empieza a surgir el más allá del aquí, que es la absoluta interioridad manifestada en la noción de huida.
Siempre tendrá problemas, porque esa es la manera de que nada entre en su vida. A
través de la formación de lo problemático, hay una manera de negar la
posibilidad de estar fuera de cualquier contención, y, entonces, a través del
problema, se celebra el estar aun contenido en esa cosa absoluta (Poder Superior), que no
es verdad.
En su vida, puede fantasear con
la desilusión, con que está deprimido, pero es una construcción de la
depresión en su cuarto oscuro, no es una depresión real, no es una
desilusión real. Juega a que se ama, a
que se sufre, pero no es verdad. Nada entra ahí. La persona
está encapsulada en ella misma y no puede permitirse la muerte a la
vida. Cuanto más se viva el sufrimiento como "ser alguien
especial que está abierto a una apertura espiritual", más se irá
cerrando, con menos gente contará, recluyéndose como el monje en el claustro, pues en esa soledad se conecta con Dios.
El
hombre, psicológicamente hablando, ya nació como sujeto, pero estamos aun empíricamente
contenidos en la infancia, buscando cosas que nos contengan, que es lo
que hace el adicto. Esto ya pasó, justo por eso se presenta en una forma que en su interior anhela ser negada. La adultez es el estar fuera, el haber nacido. Pero ¿quién se responsabiliza hoy en día de eso?
El hecho de que haya Papa y Rey de España, ya muestra la
permanencia de lo metafísico. El "Poder Superior" tiene que volverse sobre sí mismo, porque no hay un "Poder Superior" allá afuera. Todo el mundo sabe que no es verdad, pero
sigue estando, y esto es análogo al seguir estando en lo absoluto
vacío de contenido del adicto. Esa muerte necesita vivirse para
que empíricamente cada persona pueda tomar conciencia. El adicto no puede seguir el espíritu del tiempo, y lo congela en la espiritualidad. Es una espiritualidad vacía, y en su proceso de putrefacción alquímica, permite que esa espiritualidad vuelva al espíritu.
Los doce pasos son un documento que ilustran ese proceso: volatilizar
la cosa para volver a ser negada sobre sí misma, y aparecer en su
negatividad como vida lógica. Esto no se vive en la carne del adicto,
pero es lo que anhela la neurosis, volverse sobre sí misma
para aceptar que el hombre ya ha nacido y que no está contenido en
nada. Esto es una desilusión tremenda, es una pérdida y un golpe durísimo, que resulta tan difícil de aceptar. Pero sin desilusión no hay posibilidad de
recuperación.
Estamos en un tiempo en el que la
desilusión es terrible. Por eso se busca que no paren de pasar cosas. Siempre
pensando en algo que no está, y cuando lo tengo delante le pego una patada y lo
lanzo más adelante. En este sentido, la iniciación es desilusión
absoluta, que es lo que permite la recuperación al destruir la
estructura neurótica.
El adicto deja de consumir en los Doce Pasos, pero
para romper la estructura neurótica, tiene que negar la propia terapia de los Doce Pasos y aceptar la desilusión. Mientras viva siendo aquel que se conecta con un Poder Superior, no hay desilusión. La desilusión es fingida, es vivida y actuada,. Entonces la pulsión le va a salir por otra parte, porque estamos hablando de conceptos. La verdad de ese concepto mismo se revela ante su no-aceptación-de-su-verdad, y entonces obliga a la pulsión, a la compulsión, a la obsesión,
para llevarse su trofeo y triunfar.
Si encima esto es explicado como un despertar espiritual, esto se
convierte en un círculo cerrado donde no se puede entrar, porque es algo
redondo, abonado para el sufrimiento eterno y a la celebración del
absoluto, o sea, una neurosis en toda regla. Una verdad que no se
reconoce a sí misma, y que se vive, a sí misma, en un tiempo, en donde
estuvo pero ya no está, y no acepta el movimiento lógico-contradictorio a
donde lo lleva.
Para romper la estructura neurótica tiene
que haber la posibilidad de poder pensar, que no depende de la voluntad
de la persona, sino de "la posibilidad de estar abierto a...". Esto es un
mazazo y una desilusión tremenda, todo lo contrario de lo que uno cree. Es caída sin límites, sin condiciones. Ahí, donde uno se da cuenta que todo está podrido, empieza a surgir otra cosa
que no es como uno se la imaginaba. Lo animales al nacer están expuestos desde el primer momento, y el hombre también porque ya no está contenido en nada ¿Qué posibilidad hay de tomar conciencia de esto y cómo se va a ir viviendo en cada persona empírica?
Cuando
el estar "abierto para..." es una desilusión total, eso posibilita la encarnación. Estamos en un tiempo histórico en el que todo ya aterrizó, en el que toda espiritualidad ya se encarnó. El mundo espiritual está vaciado aquí abajo. Ahora es materia lógica, como la tecnología, que cambió para siempre el mundo natural.
Hay
una posibilidad de romper la estructura neurótica, pero primero tiene
que poder vivirse profundamente, tiene que poder ser, siendo esa verdad
que se contradice a sí misma. Todo lo que no sea eso, es tratar a la
persona como un enfermo sin remedio. La idea de esta reflexión es abrir caminos, no dogmatizar, sino abrir posibilidades para que a quien le interese pueda caminar por él.
Artículos mencionados en la charla:
Artículos relacionados:
La Associació GAEDE surge de la necesidad de ofrecer terapia especializada en codependencia o dependencia emocional. Para lo
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establecemos, no solamente con
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Hola,
ResponderEliminargracias por compartir estos audios, esta invitación a pensar pensando. Al tratar en el segundo audio del tema de los doce pasos dice algo así como que la estructura neurótica no se rompe sino que se desplaza en un "crecimiento espiritual" (que de alguna manera dará sentido a su sufrimiento a la vez que le proporcionará al adicto el apoyo necesario para no consumir, pero en el cual queda encapsulado porque todo su mundo girará alrededor de ello y pasará a ver el mundo como "nosotros los espirituales" y los otros). Lo entiendo perfectamente. Por ello, en el tema de adicción a hacia otras personas, o codependencia emocional, algo en mí se niega a seguir los 12 pasos porque de antemano lo advierto como salir de guatemala para entrar en guatepeor.
De esta manera mi pregunta es ¿es posible tratar la codependencia (rendirse a la desilusión máxima de que no hay un absoluto y de que ya has nacido y toca ser responsable, de que no hay un más allá sino solo un más acá) sin entrar en el programa de los doce pasos, solo con terapia?
Gracias por esta página, un afectuoso saludo.
Hola, María José. Quizás el tema no sea tanto qué camino seguir, sino mantenerse en él. Creo que es esto a lo que tú señalas cuando planteas "si es posible rendirse a la desilusión (…) de que no hay un absoluto". Lo importante del camino es que tú lo escojas, no que sea el ideal. Gracias.
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